Un lector de alasbarricadas, que está "montando un proyecto teatral acerca de la figura de Salvador Allende", me ha hecho saber que le "gustaría conocer (mi) visión acerca del proceso chileno y la figura de Allende", así cómo la comparación que yo puedo hacer de "los Castro, Chávez, Lula y Morales" con Allende. Aunque con retraso a lo prometido, aquí va pues mi respuesta:
Comenzaré por precisar que mi visión, acerca de los procesos políticos y sociales abanderados por esos dirigentes de la "izquierda latinoamericana", se fundamenta en razones de índole moral, por el desfase entre los discursos revolucionarios de esos dirigentes y sus praxis gubernamentales, y de índole política y social, por ser praxis populistas que aborregan a los pueblos e hipotecan el cambio social a los designios de esos Jefes providenciales. Razones surgidas del análisis objetivo de más de un siglo de historia política y social de la Humanidad y no simplemente de la interpretación teórica de los postulados anarquistas: sólo la libertad puede engendrar libertad y la autoridad engendra tiranía.
Veamos pues cuáles son las razones que me han llevado a considerar la actuación política y social de esos Jefes providenciales tan nefasta para la emancipación de las masas explotadas: tanto para las de sus países como para las del resto del mundo.
La primera de estas razones es el fracaso de todas las experiencias históricas similares que les han precedido. Fracasos producidos tras haber conquistado el Poder y, en algunos casos, tras el ejercicio del mismo durante largos periodos de tiempo. No creo necesario enumerar y explicitar estos fracasos porque me parece obvio que cualquiera que mire la historia sin ojeras ideológicas partidarias puede constatarlos: no sólo en América latina sino en todo el resto del mundo. Todas las otras razones surgen lógicamente al analizar las causas de estos fracasos que, en general, son consecuencia de la centralización decisoria y la personalización del Poder. De ahí que mis críticas a los Castro, Chavez, Lula, Morales, etc., como a Allende, sean el resultado del análisis de sus trayectorias militantes que les han permitido convertirse en Jefes providenciales y también del militantismo "revolucionario" de las masas que les han seguido o les siguen incondicionalmente. Militantismo siempre al servicio de una ambición personal en los lideres y militantismo siempre obediente e incondicional en las masas que han aceptado y encumbrado a estos Jefes máximos.
Es ese militantismo verticalista el que inevitablemente ha conducido al culto de la personalidad y al reforzamiento de la alienación de las masas. Inclusive en los casos en que ese populismo, pretendidamente revolucionario, se ve obligado a mantener las estructuras "democráticas" del Poder burgués y a renunciar, provisionalmente, a instaurar el "socialismo" (capitalismo de Estado); pues también en esos casos contribuye a la alienación de las masas: tanto frente al Poder como frente al Capital. Y esto es así porque la alienación en los explotados y dominados se produce al hacer creer a éstos que no lo son: ya sea al hacerles creer que el Poder es suyo o que un día lo será... si continúan apoyando incondicionalmente al Jefe. De ahí que se pueda calificar de populistas a todas esas experiencias, pues se fundan y legitiman por la conquista y el ejercicio de un Poder que se pretende haber sido conquistado y ejercerse en nombre del pueblo y para el pueblo. Aunque en ocasiones lo hagan también en nombre de la nación y de la patria y al servicio de ellas -pues hace ya mucho tiempo que dejaron de hacerlo en nombre del proletariado, de la clase trabajadora o de los obreros. Populismo de “izquierda”; pero populismo, puesto que inclusive cuando pretende respetar las reglas de juego de la democracia parlamentaria es un movimiento al servicio de un jefe carismático que aspira a ejercer una hegemonía de carácter paternalista y totalitaria: en nombre del pueblo y sobre el pueblo..
Qué más desearía yo que poder observar, en estos populismos revolucionarios a la obra, hechos concretos que den crédito a la esperanza en un desarrollo diferente al que llevó al fracaso a los populismos revolucionarios anteriores. Pero, por más que observe sin a prioris la realidad actual de esas praxis, todo indica que están bien instaladas en el mismo proceso de perversión ideológica y de fiasco revolucionario que las que les han servido de modelo. Fracasos que han contribuido decisivamente a la expansión y consolidación del sistema capitalista de explotación y dominación, además de convertir en paradigma de la representación política a la Democracia burguesa como única garante de los derechos humanos. Y ello pese a las "crisis" sucesivas de este sistema que no ha parado de agravar las injusticias y de provocar conflictos bélicos y catástrofes ecológicas.
Tal es el balance catastrófico de ese populismo, pretendidamente revolucionario, que ha culminado su cínica involución ideológica en el "capitalismo- socialista" chino tras asumir, descarada y brutalmente, el desarrollismo capitalista. Desarrollismo cuyo ideal es la explotación máxima del trabajo asalariado con el mínimo de protección social y sindical. A esto ha quedado reducida la vía populista al “socialismo” en el mundo de hoy: a la alianza sagrada, gracias a la burocracia, entre el Capital, el Estado y los Sindicatos para explotar impunemente a los trabajadores. De ahí que las transnacionales sigan invirtiendo en esos países pretendidamente socialistas o en vías de serlo…
No son pues razones ideológicas las que me han llevado a establecer tal balance sino una rigurosa observación del acontecer político-social en este último siglo de historia al menos. Observación y análisis que obliga, si se tiene un mínimo de honestidad intelectual, a sacar esta conclusión: toda manifestación de Poder implica dominación y ésta es indisociable de la explotación. Además de esta otra: la transformación del Poder en un aparato de dominación, inclusive el que se constituye tras una lucha de liberación, no depende de la voluntad de dominar de quien lo ejerza sino que es una consecuencia inevitable de toda forma de relación social estructurada jerárquicamente. De ahí que todas las tentativas por instaurar el socialismo desde el Poder hayan sido -pese a sus diferentes especificidades- simples populismos con retóricas revolucionarias, y que todas las que triunfaron hayan acabado privatizando el Estado y restaurando el capitalismo privado.
La particularidad más significativa y la más nefasta de este moderno populismo "revolucionario" es este sincretismo Estado-Capital bajo el aura del Socialismo estatista, y nada permite afirmar que las tentativas de instaurar uno más democrático, como decía pretenderlo Allende, habrían podido evitar caer en el burocratismo sincrético y habrían podido abrir las puertas a un futuro más radiante...
No lo viví de cerca, pero me parece que también Allende encabezaba un proceso simbólico-político en el que los conceptos de Pueblo y Patria se fundían -no sólo retóricamente-con el de Revolución; pero, además de lo que podía significar para él el término de Revolución, es indiscutible que esa fusión era también para él, como para los Castro, Chávez, Lula y Morales, sinónimo de un todo deificado en torno a su persona y a un imaginario social de la soberanía popular centrada en el Jefe. Es por ello y por ese final trágico-épico que figura en el Panteón de la izquierda populista continental y mundial, aunque en ocasiones ésta le ponga bemoles a su "verdadera" identidad revolucionaria...
Diré, para terminar y contestar al lector de alasbarricadas, que hay diferencias en las maneras de hacer política y gobernar de los Castro, Chávez, Lula y Morales, y entre cada uno de ellos y Allende; pero que existe un común denominador entre ellos: el de querer ser protagonistas de la historia futura sin romper con la del pasado. Es por eso que no creo en la posibilidad de avanzar a través de ellos y de sus experiencias hacia la emancipación de los pueblos. Al contrario, creo que constituyen rémoras en el avance hacia ella, pues en su apogeo infunden el sometimiento en las masas y al quedar al descubierto su superchería propagan en ellas la desesperanza y la desmovilización.
Fraternalmente
Octavio Alberola
“Las revoluciones ni se hacen con programas, ni a plazo fijo, ni con límites preconcebidos”
ResponderEliminarRicardo Mella